Colectivo Antitaurino de Olvera

viernes, 30 de diciembre de 2016

A PROPÓSITO DE UNA VIÑETA DE PACO CATALÁN: ¿DÓNDE TERMINA CADA LIBERTAD?


El artista Francisco Catalán Carrión es un dibujante comprometido y responsable, que desde hace más de un año dedica su obra a concienciarnos sobre lo realmente importante en nuestros días: el bienestar común.
A diario dedica una viñeta a los más necesitados, a los niños, a los ancianos, a las mujeres, a los desheredados de la fortuna, a los animales. Son viñetas publicadas en las redes sociales sin descanso para llamar nuestra atención sobre temas que nos incumben a todos y con las que Paco solo busca remover nuestras conciencias acomodadas.
Hoy el artista nos ha propuesto un conflicto de intereses, un conflicto producido por el choque de dos libertades aparentemente fundamentales y, sobre todo, antagónicas. Hay derechos irrefutables e indiscutibles, derechos humanos largamente debatidos y consensuados por todas las naciones. Pero también hay derechos y libertades que en un principio no fueron considerados y que ahora, poco a poco, van abriéndose camino en nuestros pensamientos. El diléma que nos plantea el dibujante está muy claro: ¿Qué es más importante, la libertad de un adulto para matar o la libertad de un niño para amar?
A veces, cuando una libertad o un derecho se enfrenta a otro se produce un conflicto aparentemente irresoluble, pues se da la circunstancia de que, aparentemente, ambos son similares, y entonces debería existir una ponderación, es decir, deberíamos sopesar los pros y los contras de cada postura, a fin de llegar a un término medio en el que se diera una oportunidad a cada una de las opciones.
Esta situación quizás pudiera ser posible en casos diferentes, en casos en los que no se discuta la vida. Pero no es ese el caso. Estas dos libertades no son ponderables, y eso es incontestable: El derecho a la vida no es un derecho discutible, se trata de un derecho fundamental. También el derecho a vivir en un entorno responsable y adecuado es fundamental, y el derecho a una educación libre de odios y en el que el respeto a todas las especies prime sobre todo lo demás es fundamental. Ya nuestra Constitución legisla, en su Artículo 45, lo siguiente:
Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.
Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva.
Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado.
Pero no solo es eso, además los niños, como sujetos sin capacidad plena de decisión, deben estar protegidos, y sus derechos y libertades salvaguardados por todos nosotros.
Así pues la protección de la vida de seres indefensos, el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de todas las personas, fundamentalmente las más desprotegidas, la libertad de elegir una educación dentro del respeto y del amor y la necesidad de  convivir según la legitimidad vigente son derechos fundamentales para todos nosotros.
Y los derechos fundamentales son, según Zucca reglas que ordenan una acción (o una omisión) de manera definitiva. No son principios que se puedan sopesar, a los que se pueda renunciar, sino mandatos que implican la invulnerabilidad de esferas de protección personales.
Así pues estas dos libertades: la libertad de matar y torturar a un ser vivo o la libertad de amarlo  y protegerlo no pueden ser medidas, de ninguna manera, con el mismo rasero. No son ponderables, no son negociables, no se pueden enfrentar.
La libertad de proteger y amar a un ser vivo dentro de la legalidad vigente está, como todos los derechos fundamentales, por encima de cualquier consideración, por encima de otras libertades, y la protección de esta libertad es un precepto irrenunciable, una exigencia invulnerable.
De modo que no es aceptable, en ningún caso, la premisa de “si no les gusta que no vengan” pues ya sea yendo o viniendo, quien tortura a un animal, lo veamos o no, está conculcando el derecho de todos a protegerlo.

Ubrique, 30 de diciembre de 2016
Escaiz y Manolo Cabello Izquierdo








lunes, 26 de diciembre de 2016

Pasos tras la medalla de El Juli y la caída de la ley catalana frente a las corridas de toros
Hace unos días conocíamos que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha concedido la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes 2016 a Julián López, también denominado El Juli, cuya labor no es otra que la de matador de toros. Y es que el tema tiene un trasfondo bastante importante.
De nuevo la tauromaquia obtiene un premio de manos del gobierno de España, un gobierno que sigue apuntalando siempre que puede este acto de maltrato animal, como si no hubiese otros ámbitos que pudiesen ser galardonados siendo más éticos que la tauromaquia. Y es que existen 2 importantes trasfondos en la sustentación de esta práctica cruel.
Uno de esos trasfondos es por una razón meramente partidista por parte del gobierno del PP, y es que la gran mayoría de votantes de este partido son personas a las que le agrada la tauromaquia, por tanto la defensa de esta práctica es una defensa de su voto al fin y al cabo. Y lo más preocupante es que no hay ningún atisbo de que el votante de dicho partido se mueva de esa posición…
El segundo trasfondo es la potenciación de la tauromaquia como un valor patriota, un valor de la marca España, y es que hace tan solo meses se ha defendido esta práctica como una defensa de España frente a aquellas y aquellos que quieren independizarse de España, como es una parte de Cataluña. Y es que las corridas de toros se politizaron de tal manera que el gobierno español recurrió una ley catalana al Tribunal Constitucional que prohibía la celebración de corridas de toros en territorio catalán, como si tal ley hiciera a Cataluña caminar más al independentismo… y todo ello sin tener en cuenta la tortura y la muerte de los toros… dando más importancia el patriotismo que a la muerte de seres vivos, una pena.
Y es que desde mi punto de vista, el tema de las corridas de toros se ha politizado tanto que parece que el único camino para su fin es que ciertos partidos políticos gobiernen, y el tema catalán nos ha enseñado una gran lección, y es que desde el ámbito autonómico, provincial o local no se puede hacer leyes o decretos lo suficientemente importantes para que el gobierno central no los pueda tumbar en el Tribunal Constitucional, el cual ha tomado la defensa de la tauromaquia como algo español y todo el que no lo/a defienda será un/a antisistema y antiespañol/a. Tal recurrencia al Tribunal Constitucional y la interpretación de nuestra Constitución nos ha hecho disminuir en gran parte el poder democrático del sistema actual, poniendo en peligro incluso la democracia tal y como la conocemos.
Es por todo ello por el que toma más importancia que nunca 2 cuestiones, movilización social y concienciación, frente al apuntalamiento de la tauromaquia por el régimen del 78. Movilización social que debe ir creciendo a medida que pase el tiempo, articulada por movimientos sociales y apoyada por los partidos políticos que defiendan el fin de esta práctica cruel, tendrá que ser el éxito de un conjunto de personas y movimientos sociales, ningún partido político o movimiento solo podrá conseguirlo, eso es un hecho que hay que empezar a asumir las/os antitaurinas/os. Y por otro lado la concienciación, la cual tendrá que ser conjunta con la movilización social, educando a las personas, sobre todo las nuevas generaciones, de que la tauromaquia es una práctica torturadora de animales, que no es ni arte ni cultura por mucho que quiera defender el gobierno central dichos valores.
Nos espera un año 2017 lleno de obstáculos pero que entre todas y todos unidas y unidos luchando en la calle y educando en nuestro ámbito social nos hará allanar el camino para un futuro sin tauromaquia, más justo para todas y todos los seres vivos.

Salud, República y defensa animal.

David Gallego Medina

martes, 20 de diciembre de 2016


Cuando he visto la viñeta, que más que viñeta es una obra de arte, de Paco Catalán,  como siempre me ha hecho reflexionar, es este caso sobre la muerte digna.
En Andalucía existe la  Ley 2/2010, de 8 de abril, de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte. He extraído del documento “Marco ético Informe del Comité de Bioética de Andalucía: Ética y Muerte Digna” el siguiente extracto:
“La muerte forma parte de la vida. Morir constituye el acto final de la biografía personal de cada ser humano, y no puede ser separada de aquella como algo distinto. Por tanto, el imperativo de la vida digna alcanza también a la muerte. Una vida digna requiere una muerte digna”
Podemos decir que todos aspiramos a vivir el máximo de tiempo y con una buena calidad de vida, y aunque sabemos que algún día nuestro tiempo terminará deseamos que ese final sea rodeado de nuestros seres queridos y sufriendo lo menos posible.
Los animales no tienen esa suerte, en la mayoría de los casos ni su vida ni su muerte es digna. Muchos mueren como han vivido, solos, ignorados, explotados, maltratados. Para algunos su vida es bastante corta, mueren a los pocos días de nacer ya que no resultan “útiles”.
El toro de lidia nace con un destino marcado al igual que su piel, su final es morir en el ruedo.  Aunque algunos defienden que se les da una buena vida hasta que son llevados a la plaza, esto no es  así. En las escuelas taurinas los aprendices deben aprender a matar y para ello practican con becerros, hemos visto imágenes grabadas en escuelas taurinas y becerradas, donde vemos como tratan a una animal no más grande que un mastín, para ellos no hay piedad ni compasión.
Insto a todos los que quieran informarse que visiten la web de AVATMA donde están colgados numerosos informes veterinarios sobre el sufrimiento de vaquillas, becerros y toros.
Me quiero centrar  en el tema de la viñeta. La muerte del toro no tiene nada de digna, de nuevo  hago referencia a AVATMA y a las palabras escritas por su presidente José Enrique Zaldívar Laguía.
Su lidia está terminando.
Le acaban de clavar el estoque.
Le han destrozado músculos, tendones, ligamentos, nervios, arterias, venas, cartílagos y estructuras óseas, y ahí sigue, de pie, resistiéndose a morir. Los puyazos y las banderillas, además, le han hecho perder una importante cantidad de sangre.
Está agotado física y emocionalmente.
Está deshidratado, sediento, confuso, frustrado. Sus ojos son incapaces de ver lo que ocurre a su alrededor.
La espada que tiene clavada está provocando el efecto deseado, de una manera lenta pero letal.
Está agonizando, pero se resiste a doblar las manos y darle el éxito al torero, al que le ha torturado durante esos interminables minutos, en los que ha estado a su merced  y a la de su cuadrilla en el ruedo de la plaza.
Se han cansado de esperar y le van a descabellar con esa espada que se ve a la izquierda, el verduguillo.
Le van a seccionar la médula espinal.
No sabemos si lo conseguirán a la primera, a la segunda o a la décima intentona, pero caerá, y es entonces cuando esperará a que le claven el cuchillo, la puntilla que le rematará, que acabará con ese absurdo sufrimiento al que le han sometido, porque dicen que nació para eso, porque para eso le criaron y porque forma parte de nuestra cultura.
Y ahí, muy cerca de donde agoniza, desde una barrera de la plaza, personalizada con la palabra “veterinarios”, están los que deberían defender su salud y su bienestar, que habrán sido testigos y cómplices de su calvario; los que unas horas antes de que saliera por la puerta de toriles a la arena de la plaza, certificaron que estaba sano y tenía el trapío adecuado y reglamentado para ser torturado hasta la muerte.

Como vemos el concepto de muerte digna es muy diferente según a la especie a la que se aplique. Para los humanos la muerte digna implica que un ser vivo se encuentre gravemente enfermo y no haya curación posible y tenga un final lo menos doloroso posible, para los animales y en concreto para el toro de lidia, se le da muerte a un ser vivo que está completamente sano, y una muerte cruenta , llena de dolor y sufrimiento, desde su transporte hasta llegar a la plaza y la lidia en sí misma. Y su muerte no resulta digna sino infame. Un ser vivo sano que termina muerto tras ser torturado y es transportado en una grúa para introducirlo en un camión y terminar en un matadero, para ser devorado después de muerto.

Margarita Zamudio León, bichitos en las ondas.